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Al pensar en una forma adecuada de redactar un texto introductorio y de bienvenida al nuevo blog de Casa Teodora no daba con la manera de comenzar, no digo que esta la sea, pero si detrás del blog va a estar una teodorina, me gustaría explicarles un poco más lo que implica serlo y así con suerte mi perspectiva del ir y venir cotidiano dentro de la casa tenga un poco más de sentido.
Casa Teodora se llama Teodora por la abuela de una de las co-directoras, de ahí se deriva el término teodorina, que si en un principio yo lo tenía entendido como sinónimo de recepcionista ahora me queda mucho más claro que es un vocablo tan amplio que de ahí surgió la necesidad de denominar a las chicas que, como yo, estamos en la casa como las ‘teodorinas’.
Es un poco confuso tal vez, porque si nos guiamos por la semántica de la palabra, teodorinas serían sólo las chicas externas que vienen a trabajar aquí medio tiempo, pero también lo son las que no están de planta, las que vienen de vez en cuando, las que venían y dejaron de venir, en pocas palabras, cualquier persona que contribuye en cualquier manera internamente en Casa Teodora, podríamos decir, es una teodorina o teodorino.
Y lo que hace este trabajo tan único como el lugar en el que se desarrolla es una pequeña palabra: comunidad. Es el corazón de la casa, aquí nos conocemos todos, nos saludamos, coloquialmente nos referimos a los inquilinos como ‘los que viven arriba’ o ‘los que viven abajo’. Porque a fin de cuentas es eso, vivimos la mitad de nuestros días entre colores mexicanos y mascotas mimadas.
El vivo ejemplo fue nuestro Bloomsday, el 16 de junio que se celebra al personaje principal de Ulises, donde todos nuestros queridos lectores que hace ya más de un año nos acompañan con increíble constancia se vistieron de época y disfrutamos una velada tan agradable que, estoy segura, aún si no trabajase aquí recoger copas sería un impulso casi natural, como si fuese mi casa la que estoy cuidando. Y es que esa es la magia, en tan poco tiempo se siente tan tuyo, tan íntimo, tan hogareño, que pocas ganas te quedan después de irte.
A mi me atrapó casa teodora, me quedé de teodorina, y lo veo cada día en la recepción. Si no tienen cuidado quedarán atrapados en la casa más hermosa de la americana.